Desde pequeña me han encantado los animales y el campo, aunque la mayor parte de mi vida la he pasado en la ciudad. Cuando conocí a mi pareja, quién sí que se había criado en un pueblo y es capaz de diferenciar casi cualquier animal de agua, tierra o mar, tuvimos muy claro que vivir en el campo era nuestro destino
Una de nuestras grandes pasiones ha sido siempre viajar: Kenia, Tanzania, la India, mi adorada Siria... y en unos de nuestros primeros viajes, cuando fuimos a Chequia (por aquel entonces aún era Checoslovaquia) conocimos la raza de Ratón de Praga.
Obviamente nos trajimos un par de cachorros cada uno para poder disfrutar de ellos, y viendo lo maravillosos que son los Ratones de Praga, decidimos que teníamos que dar a conocer esta raza por toda España, pues aquí nadie había oído hablar de ella. Son los perros perfectos para la vida actual, de pisos pequeños, muchos viajes, y adaptables a cualquier situación.
Hace ya algunos años, decidimos dejar nuestros trabajos, que aunque nos encantaban, no nos completaban como deberían, y dedicarnos por entero a cuidar y disfrutar con nuestros perros. Queríamos que el Ratonero de Praga se conociera y se amara como lo hacíamos nosotros.
Para ello buscamos la mejor zona, el mejor ambiente y creamos las mejores instalaciones para que los todos viviéramos en armonía con la naturaleza. Eso sí, controlando muy bien los celos, montas y partos de cada mamá, que nunca haya consanguineidad entre los progenitores, etc. Buscábamos tener una gran familia y darla a conocer.
Y aunque criamos perros, no me gusta llamarlo criadero, por muy profesional que sea. Lo nuestro es un hogar para nuestros perros, donde viven en semi libertad (no pueden estar totalmente libres por su propia seguridad).
Pero no todo es color de rosa en esta vida. Hay mucho sacrificio, noches en vela con los partos, partos fáciles, partos difíciles, cachorritos que por algún que otro motivo no salen adelante. Y luego está el tema personal: olvidarse de ir al cine, teatro. Eso sí, todos los eventos familiares se llevan a cabo en mi casa. Y gracias a la inestimable ayuda de algunos familiares, hemos podido hacer pequeñas escapadas, siempre muy bien organizadas para que no coincidieran con momentos claves para nuestros perros.
Desde el momento en que una mamá se queda preñada, la llenamos de atenciones especiales: comidas preparadas para ellas, largos paseos con nosotros por la montaña para fortalecer aún más sus músculos, muuuuuchas caricias en la barriguita, que les encanta, por cierto.
Mi marido, mi líder de nuestra manada, es un experto auxiliar de clínica veterinaria y adiestrador canino que con solo mirar a los ojos de un perro sabe si está triste, le duele algo, o necesita unos mimos extras. Sin él, y sus expertas manos, no estarían vivos muchos cachorritos que venían de nalgas o cuya mamá primeriza ha tenido problemas para dar a luz a su bebé.
Y luego está el día a día. Porque si el momento del parto es un momento de ansiedad, nervios y alegría, el verlos crecer día a día es una de las grandes satisfacciones de nuestra vida. Atender las necesidades de las mamás, acariciar a los cachorros para que desde el primer momento nos huelan y se vayan acostumbrando al ser humano. Y a partir de los 15 días, que es cuando empiezan a abrir los ojos, jugar continuamente con ellos.
Y para jugar, no hay nada mejor que la larga familia de mi marido y la mía. La vida no nos ha dado hijos humanos, pero nuestros hijos de cuatro patas se pasan el día jugando con sus primos humanos. Sobrinos, hijos de amigos, etc.., que disfrutan viniendo a casa y jugando con los cachorros. Por eso cuando uno de nuestros ratones de Praga llega a su nuevo hogar, no sienten ninguna extrañeza ni nostalgia. Su sociabilización humana ha sido completa desde antes incluso de nacer.
Todo esto desde nuestro cuidado porque sí hay algo básico y fundamental es que los cachorros estén con sus mamás y sus hermanos el máximo tiempo posible. No entregamos ningún perrito si no ha cumplido las 12 semanas de vida. Durante todo ese tiempo ha estado con su madre, mamando incluso cuando ya ha empezado a comer pienso duro, porque es fundamental para su desarrollo, tanto físico como emocional. El cuidado de una madre, cómo juega con ellos, cómo los educa, les achucha para que aprendan a defenderse, como los lame y mima es básico para el perfecto desarrollo de los perros.